ccc

La pija altiva

 Pilar, como toda adolescente hoy en día, es una chica bastante egoísta y que solo piensa en ella, pero aparte de eso es una de las personas más engreídas, altivas y soberbias que he conocido en toda mi vida. Una niña pija de papá rico muy consentida siempre con muchísima altivez, desdén y superioridad moral e intelectual sobre los que la rodean. Toda una niña pija repelente de manual.

Eso sí, es innegable que es una auténtica belleza, todo un bellezón, y que está muy buena, y sobre todo que dentro de su estilo pijo sabe vestir muy bien, con mucha clase, con mucho estilo y gran elegancia. Debe ser algo innato pues ninguna de sus amigas viste con tanta clase como ella y con tanto estilo. Y ella lo sabe, de ahí que le de tanta importancia a hacerse fotos para su Instagram donde muestra lo bien que viste. Y gracias a eso nos conocemos ambos pues yo soy muy bueno con mi cámara digital y siempre soy yo quien le hace las fotos que luego publica en Instagram, aunque yo soy bastante más mayor que ella (tengo 21 años).

Por supuesto ella nunca me ha tratado como a un amigo, soy solo un conocido que le sirve para hacerle fotos de gran calidad y profesionalidad para su Instagram, pero como niña pija rica es despectiva, altiva y soberbia cuando me trata, como si fuera su sirviente o su esclavo. No sé porque consiento que me trate así, bueno, sí lo sé, porque me gusta mucho, me mola mucho lo guapísima que es, lo buenísima que está y lo bien que viste con tanto estilo. Es una adolescente diferente a la demás y a mí me tiene totalmente cautivado y siento por ella una gran atracción sexual desde siempre, aunque por supuesto siempre he disimulado dicha atracción aunque a veces me ha costado mucho disimular dicha atracción en nuestras habituales sesiones de fotos sobre todo los días que va tan elegante y guapa.

Como toda niña pija tiene un novio de su misma edad que me parece un absoluto gilipollas. Es un auténtico niño pijo rico pedante e inútil. Es decir, son tal para cual. Las pocas veces que he tratado con él me ha parecido la persona más superficial, banal y simple que he conocido, aunque bueno, tampoco es que Pilar sea un ejemplo de persona no superficial. De hecho tal y como ya he dicho son tal para la cual, pero he de reconocer que lógicamente siempre he tenido celos y envidia de él, porque tener una novia como Pilar es un lujazo por lo guapísima y buenísima que está.

Pues bien, todo esto que voy a contar ocurrió en Otoño del 2019. Todo empezó como siempre, me llamó para hacer unas sesiones de fotos para su Instagram para publicar la nueva ropa que se acababa de comprar (es compradora compulsiva, no puedo imaginar la gran cantidad de dinero de sus padres que se gasta al mes en ropa). Me dijo que pasará con mi coche a recogerla para llevarla a la sierra a hacerse fotos a un sitio precioso que ya habíamos ido otras veces. Por supuesto jamás me ha pagado la gasolina que gastamos y ni me ha dado las gracias todas las veces que la he llevado en mi coche. Y sí, lo consiento, porque solo por ver lo guapa y elegante que vaya ese día ya me siento recompensado aunque soy muy consciente de que me trata siempre con una soberbia, un desdén y una superioridad que a cualquier le molestaría pero no puedo evitar sentirme utilizado y ser su perrito faldero. Al fin y al cabo el tiempo que pasamos con lo de las fotos es tiempo que está solo conmigo y con eso me conformo. Bueno, me conformaba, hasta que llegó ese día de Otoño de 2019.

¿Y qué paso concretamente ese día para que todo cambiará para mí para siempre? Pues la ropa que se compró para esa sesión de fotos. Nada más verla me quedé petrificado y sin habla. Estaba preciosa como siempre, guapísima, pero con muchísimo más morbo de lo habitual. ¿Por qué? pues porque se puso un precioso jersey azul oscuro con una camisa blanca debajo (de la camisa solo se veían los cuellos de la camisa que sobresalían por el cuello del jersey) y todo combinado con una minifalda marrón bastante corta. Por supuesto que ya se había puesto antes minifalda en otras sesiones de fotos pero la de ese día la hacía super sexy, muy morbosa, y además guapísima combinada con el jersey azul y la camisa blanca. No pude evitar que se me escapara: "qué guapa estás hoy, estás espectacular", a lo que ella me respondió que quería una sesión de fotos de estilo colegiala (en realidad era colegiala de colegio de niña rica pero me ahorré decirle ese comentario). Sea como sea así vestida me dio un morbo brutal, muchísimo morbo, y casi no pude ni concentrarme en la conducción. No sé porqué esa forma de vestir me alteró tanto pero ir vestida así de niña buena, de colegiala ejemplar y al mismo tiempo tan guapísima y elegante como siempre me trastornó mucho. Tanto que me costó sinceramente mantener una conversación mientras conducía. Para mucha gente esa forma de vestir le resultaría indiferente pero para mí era el morbo y el fetichismo elevado a la enésima potencia.

En cuanto llegamos a ese sitio en plena naturaleza empezamos la sesión de fotos. Como siempre yo intenté ser lo más profesional posible haciendo las mejores fotos con mi cámara dígital e intentando disimular mi atracción por ella. Al fin y al cabo a mis 21 años era mucho mayor que ella y en el fondo Pilar era solo una adolescente pija y tonta. Y aunque intenté comportarme como soy siempre hubo momentos que flojee mucho. Estaba guapísima con ese jersey azul oscuro, guapísima, mejor q nunca, y la combinación con la camisa blanca era muy elegante pero sobre todo esa minifalda marrón me ponía malo. Además es que aparte de que fetichistamente me volviera loco tenía una sonrisa más preciosa de lo habitual, en todas las fotos salían con una sonrisa cautivadora y mucho más dulce y encantadora de lo que realmente ella era (no hay que olvidar lo pedante, engreída, soberbia, altiva y superior que siempre se comporta aunque no deje de ser más que una niña pija consentida de papá rico). Y todo hubiera ido muy bien de no ser porque esa tarde de Otoño ocurrió algo que trastocaría todo.

Y es que de repente se nubló muchísimo, incluso empezó a hacer más frío, y se puso el cielo como si fuera a llover (aunque al final no llovió) estropeando a partir de ese momento la sesión de fotos. Por lo que le dije a Pilar quería echar un vistazo a todas las fotos que había hecho hasta ese momento. Por lo que nos sentamos en unas rocas y la dejé mi cámara digital para que fuera viendo las fotos. Y en ese momento yo, al igual que el tiempo atmosférico, me nublé por completo porque mientras ella miraba las fotos no dejaba de mirarla (al principio con disimulo pero luego ya más descaradamente) lo guapísima que estaba con esa ropa y lo bien que la quedaba en su perfecto cuerpo adolescente. Como persona ella era una basura pero físicamente me volvía loco y ese frío tiempo otoñal tan raro de repente hizo que perdiese el autocontrol que hasta ese momento mantuve todo el rato.

¿Qué paso exactamente? pues intentaré describirlo pero fue todo tan rápido que me costará detallarlo tal y como ocurrió. Solo sé que no dejaba de mirar sus tetas en ese precioso jersey azul oscuro cuando de repente una de mis manos se posó casi sin yo poder evitarlo en una de sus tetas por encima del jersey. Juro que lo hice sin darme cuenta. Lo juro. Fue un impulso. Un instinto. Ni yo mismo me di cuenta que le puse la mano ahí. Supongo que llevaba tantísimo tiempo resistiendome a ese impulso y a ese deseo que al final lo hice subconscientemente.

Y el efecto no se hizo esperar. Ella se puso inmediatamente de pie y me miró llena de resentimiento, odio y desprecio. Con ese orgullo, dignidad y aire de superioridad que siempre tenía y me gritó:

“¿Estás tonto o que? ¿cómo te atreves? vámonos inmediatamente a casa. Vamos”.

Y se dirigió hacía el coche con esa superioridad y soberbia que tanto me sacaba de quicio. Al llegar al coche volvió y remató diciendo:

“Me has arruinado la tarde con lo que has hecho. Qué sepas que jamás volveré a contar contigo para ninguna otra sesión. Eres un imbécil”.

Lo dijo como amenaza, como si fuese ella la que me hacía un favor posando para mí cuando la realidad era siempre la contraria. Como detestaba que me mirase de esa forma de niña mimada pija y resentida. Me tenía harto pero no quería estropear más la situación y para quitar hielo a la cosa dije de forma distendida y amena como restando importancia al hecho:

“Vamos, era solo una broma, no me digas que nunca te han tocado una teta, era solo una broma”.

Y de repente todo cambió. Pues vi en su mirada la respuesta a la pregunta en broma que acababa de hacer. Yo lo había dicho en broma pero en su mirada sabía exactamente que para ella no era una broma y que yo sí que había sido la primera persona en su vida que le había tocado una teta por encima de la ropa. No podía creerlo. Ella llevaba por lo menos más de 6 meses saliendo con ese novio pijo de mierda que tenía y el muy pasmado nunca la había tocado todavía en todos esos meses. Ella seguro que le había castrado todos los intentos que hubiera intentado de acariciarla o, quien sabe, a lo mejor era tan atontado que ni lo había intentado. Y eso fue lo peor que me podía pasar pues saber que yo había sido la primera persona que la había tocado ahí me dio tantísimo morbo y fetichismo que ya sí que me cegó de deseo y pasión hacia ella. Ya me nubló por completo y mi excitación alcanzó límites que ni podía imaginar.

Solo se que la empujé contra el coche y coloqué mis manos sobre sus tetas y empecé a acariciarlas y sobarlas por encima de ese jersey azul. Ella reaccionó pegándome, empezó a pegarme e insultarme, pero yo no la hice caso, sé que algunos de sus golpes me dolieron pero estaba disfrutando tanto tocando esas tetas que me daba igual, yo era mucho más alto y fuerte que ella y por mucho que forcejeaba no conseguía separarse del coche y yo seguía sobándola sin parar. Me dio igual los gritos y los golpes que me dio. No eran nada comparado con el placer que suponía el saber que era la primera persona que tocaba esas maravillosas tetas adolescentes.

“Joder, qué bien te queda este jersey, me encanta tocarte las tetas, me encanta el tacto del jersey. Tus jerseys de pija siempre me encantan pero este ha sido el que más me ha gustado”.

Ella a pesar de mi dominio de la situación seguía dándome soberbia y engreidamente órdenes de que la soltara, que la dejara en paz, me gritaba, y seguía manteniendo en su mirada toda su dignidad y orgullo mientras no dejaba de pegarme, ordenarme e insultarme. En un momento dado ella consigue liberarse y se separa de mí un par de metros:

“LLévame a casa ya, pero ya mismo, hazlo”.

Harto de esa superioridad que llevo tanto tiempo aguantando y sufriendo hace que la pegue una gran bofetada y la grito:

“Te llevaré a casa cuando me dé la gana. Cállate ya pija engreída y creída. Harto estoy de tu maldita altivez”.

Mi bofetada hace su efecto pues por primera vez se calla, se queda quieta y sus ojos se ponen llorosos. Está claro que no está acostumbrada a que nadie la lleve la contraria ni a que la traten así. Orgullosamente trata de no llorar aunque lo está deseando. Yo aprovecho su actitud más calmada para cogerla del brazo y traerla de nuevo hasta el coche, apoyarla en él y volver a tocarla las tetas mientras empiezo a comerla el cuello. Saber que soy la primera persona que le come el cuello es algo que me da tanto morbo y me excita de tal manera que mi erección empieza a crecer de manera desmesurada.

Nuevamente en uno de sus forcejeos consiguió escaparse de nuevo, pero enseguida la alcancé y la agarré por la espalda, rodeándola con mis brazos y pegando mi paquete contra su culo en esa maravillosa minifalda marrón que tan bien le queda. Sé que en el fondo lo que más le cabrea de esta situación es que alguien que es intelectual y moralmente inferior a ella esté controlado la situación y que ella no se la reina de todo como siempre. A mí todo eso me daba igual pues solo con tocar esas tetas por encima del jersey me daba un fetichismo brutal que me encantaba y hacía crecer más y más mi erección. Que ella siguiera intentando forcejear para librarse de mí aportaba incluso más morbo y excitación. Era el placer sexual pero también el placer intelectual de que yo la estuviera sometiendo, forzando y obligando a hacer algo que ella no quería. No sé qué me producía más placer, si esa excitación física o la psicológica de ser su dueño y hacer con ella lo que quisiera, supongo que una mezcla de ambas cosas. Y todo ello pegando mi paquete contra su culo en esa preciosa minifalda marrón que tanto me gustaba.

Y aunque tocar y sobar sus tetas me volvía loco (sobre todo más el morbo añadido de saber que era el primer chico que le hacía eso aparte de que fuera contra su voluntad) estaba claro que lo que más me atraía desde que la vi por la mañana fue esa minifalda que también combinaba con su jersey y la camisa. Por lo que violentamente bajé una de mis manos hacía abajo y empecé a tocarla el culo por encima de la minifalda mientras con la otra mano seguí con las tetas. Ella se puso mucho más vehemente y violenta, forcejeo más e intento librarse, volviendo a insultarme y a gritarme. Yo suavemente le dije al oido:

“¿Qué pasa? ¿no te gusta que alguien toque tu ropa pija que tanto te gusta? ¿te molesta que esta ropa con la que estás tan guapa y pija esté siendo profanada”.

Y antes de que pudiera responder meti bruscamente mi mano por debajo de su minifalda tocando su culo por encima de las braguitas. Lo sobe con fuerza, sin tacto, con ganas y con mucho deseo, sin ninguna sutileza. Ella se vuelve más violeta, forcejea más, grita, pero eso solo hace que yo lo haga con más ganas y deseo. Y de repente algo cambió por completo pues sin ningún miramiento empecé a meter mi mano por sus muslos y tocar con suavidad y firmeza su entrepierna. Y ahí ya sí que cambió algo. Ella dejó de forcejear, se quedo quieta, tensa, petrificada y en un estado como de alerta sin saber que hacer o decir. Yo me quedé flipado de verla tan quieta y petrificada como una estatua solo por haberla rozado un poco la entrepierna. Y de repente una idea me vino a la cabeza: Y si esta tía pija es tan superficial, tonta, altiva y soberbia que ni siquiera ella misma se ha masturbado nunca y por eso reacciona de esa manera ante mi caricia. Todas sus amigas seguro que han tenido relaciones y se han masturbado, pero algo me decía que Pilar nunca lo había hecho todavía lo cual me dio muchísimo más morbo e hizo que intensificara mis caricias en su entrepierna por encima de las braguitas.

Y contra todo pronóstico y ante mi gran sorpresa no es solo que dejase de forcejear, moverse, insultarte o intentar pegarme, sino que soltó un inesperado gemido. Un gemido super sentido. Y no tuve ninguna duda de que era el primer gemido que soltaba en toda su vida de niña pija rica. Lo cual me dio aún más morbo y aceleré las caricias por encima de esas braguitas blancas de niña buena (en realidad toda su ropa era de niña buena, no solo esas braguitas) y dichas caricias provocaron otros gemidos que ella intentó ocultar pero que fueron tan intensos que no pudo disimularlos. Y antes de que me diera cuenta esos gemidos pasaron a jadeos y de nuevo a otros gemidos según fui intensificando mis caricias por encima de sus braguitas. Me quedé flipado y muy sorprendido de que Pilar fuese tan receptiva, de que fuera tan sensible a mis caricias, tampoco es que yo tuviera mucha experiencia con chicas pero nunca había conocido a ninguna que unas simples caricias la provocaran ese torrente de gemidos y jadeos, aunque supongo que era normal si nunca antes de había masturbado en toda su vida. Ella estaba descubriendo todo un mundo que era completamente nuevo para ella y a mí eso me daba un morbo brutal.

Y lo mejor de todo esto es que esa Pilar prepotente, repelente y pedante desapareció por completo dando lugar a una chica sumisa, cuanto más intensificaba y aceleraba mis caricias sobre sus braguitas más dócil, sumisa y entregada estaba. Y eso me dio aún mucho más morbo. Que desapareciera por completo la persona soberbia, autoritaria y altiva que yo conocía desde hace años y que por unas simples caricias en su entrepierna se convirtiera en alguien totalmente diferente, obediente y manejable era algo que me encantaba. Por lo que bruscamente dejé de hacerla caricias, la agarré del brazo y la llevé hacia el coche, colocándola y tumbándola encima del maletero. Ella sumisamente estaba como atolondrada, como hipnotizada y como sedada por todas esas caricias que le había dado, por lo que sin ninguna delicadeza le subí la minifalda y le bajé sus preciosas braguitas blancas y de nuevo empecé con caricias directamente en su entrepierna, lo que ocasionó que diese el mayor gemido de los que había dado hasta ese momento. Y los gemidos y los jadeos se fueron haciendo cada vez más pronunciados y repetitivos cuanto más la sobé con tanto deseo y anhelo.

Me molaba mucho tenerla totalmente controlada mientras la masturbaba, era como un títere en mis manos, totalmente a mi merced y receptiva jadeando a todas esas caricias. En un momento dado, sin dejar en ningún momento de soltar mi mano de esa zona, me lancé a comerla el cuello, se lo besé, se lo chupé, se lo mordí y se lo comí con un deseo brutal, y eso hizo que sus gemidos fueran incluso mayores. Y como fetichistamente su ropa siempre me ha puesto tantísimo también me lancé a comerle los cuellos de su camisa blanca que sobresalían del jersey, esa camisa blanca con los cuellos almidonados de niña pija, se los comí con violencia, con brusquedad, me encantaba besar y comerme los picos de los cuellos de su camisa, eso fetichistamente me ponía muchísimo, se los babosee de todo lo que los mordí y se los comí, pensé en todas las camisas que siempre le he visto y cómo me hubiera encantado hacerle eso mismo a todas esas camisas. Fue fetichismo puro y duro, y lo disfrute muchísimo, pero aún quería mucho más por lo que aprovechando lo servicial y dócil que estaba le ordené:

“Levántate el jersey, déjame verte la camisa de una vez por todas, hazlo”.

Ella ni se lo cuestionó y muy torpemente pues seguía jadeando empezó a levantarse el jersey más allá de sus preciosas tetas adolescente. Me encantó verla así tan guapa con su jersey azul tan subido y con esa camisa blanca, tanto que dejé de acariciarla por un momento su entrepierna y empecé a sobar sus tetas por encima de la camisa, no se las sobé con delicadeza, fue una forma brusca, se las sobé violenta y bruscamente como si necesitase que fuese así, notando sus pezones ahí bajo la camisa, y aunque ella dejó de jadear y gemir se le forzó la respiración como si le costara respirar. Me tiré más de 5 minutos sobándola las tetas con el morbo y fetichismo añadido de saber que era el primer chico en su vida que le hacía eso. Pasados esos 5 minutos me lancé a chuparle las tetas por encima de la camisa, a besarla y chupárselas hasta que conseguí empapársela y que empezasen a notarse los pezones duros. Y vaya que sí se notaron. Era un regalo todo lo que estaba pasando y lo que tenía que pasar pasó.

Y es que la enorme erección que tenía en mi pantalón me iba a hacer estallar dicho pantalón, por lo que repentina y aceleradamente me bajé mi pantalón y mi calzoncillos. No quería por nada del mundo follármela porque no había traído preservativos ¿cómo iba a suponer que iba a pasar todo esto por la mañana cuando cogí el coche? pero eso no quitaba que pudiera divertirme bastante más y sobre todo el placer psicológico de poder humillarla un poco obligándola a hacer algo que alguien tan soberbia, pija y altiva jamás haría. Por lo que la ordené:

“dame tu mano”

Ella estaba atontada y como si estuviera en un sueño por lo que cogí violentamente su mano inerte y la coloqué alrededor de mi inmenso pene erecto obligando a cerrarla y a apretar. Ella me miró confundida y muy desorientada pero aún así la obligue a mover la mano sobre mi pene lo cual me proporcionó el mayor de los placeres, tanto físicos como psicológicos al saber que la estaba forzando a hacer algo así, aunque tampoco es que la forzara mucho, pues mis intensas caricias previas la había dejado como hipnotizada tras tantos jadeos y gemidos. Y al notar su mano en mi pene moviéndose ya sí que alcancé el éxtasis del fetichismo y del morbo acelerando más mis chupetones sobre su cuello, sobre los cuellos de su camisa y sobre todo sobre sus tetas que cada vez se marcaban más sus pezones en esa camisa blanca. En ese momento no puedo dejar de pensar en todas las camisas y camisetas que le conozco a Pilar y en el placer  fetichista que supondría hacer eso mismo con cada uno de ellas.

Y en ese momento tuve una gran idea, repleto de orgullo, superioridad y desprecio hacia esta niña pija que tan mal me ha tratado durante años cogí mi móvil y empecé a grabar todo lo que estaba pasando. Sobre todo como movía su mano torpemente por mi inmenso pene erecto. Ese vídeo iba a ser una delicia los siguientes días cada vez que lo viera. Mi pene cada vez palmita más aceleradamente y por supuesto no cedo de sobarle las tetas y besárselas por encima de la camisa. Y aunque me encanta fetichistamente ver como se marcan los pezones no puedo evitar por un segundo más el empezar a desabrocharsela, qué gustado el desabrochar lentamente cada uno de los botones de su camisa, cuántas veces me he imaginado eso mismo con cada una de sus camisas, y ahora es real, está pasando y lo estoy saboreando. Se la desabrocho del todo y se la abro, mostrando un sujetador blanco el cual me lanzo a besar y chupetear para que se marquen aún más los pezones. Se marcan tan claramente que se los aprieto con suavidad, con deseo, y ella lanza un mini suspiro, no llega a jadeo ni gemido, pero eso mini suspiro me pone muchísimo.

Pero yo quiero más, estoy lanzado y no puedo pararte, por lo que hinchado por la superioridad de ese momento y porque ella sigue medio idiotizada por todos los gemidos, jadeos y placer que le he proporcionado previamente le ordeno:

“Quítate toda la ropa ya. Hazlo”

Ella me mira atolondradamente como si no entendiera lo que hago pero le doy una bofetada inmensa que la hace reaccionar y muy torpemente se quita el jersey azul, la camisa blanca, el sujetador blanco, la minifalda marrón y las braguitas blancas que ya tenía bajadas de antes por las rodillas. No puedo evitar quedarme fascinado viendo sus tetitas, son mucho más grandes de lo que esperaba, muy redonditas y pluscuamperfectas, una maravilla, me lanzo a besársela y comérselas al mismo tiempo que se las sobo y acaricio con mucho deseo y pasión. Este arrebato sobre sus tetitas hace que empiece ella de nuevo a soltar jadeos y no puedo evitar de nuevo hacer otro vídeo con mi móvil viendo el placer que le proporcionan dichos besos y caricias.

Pero como el fetichismo por su ropa pija y elegante sigue dándome mucho morbo cojo su jersey azul oscuro del suelo, me lo enrosco alrededor de mi polla y empiezo a masturbarme con él. Eso me da un placer indescriptible. Ella me mira atónita y desconcertada pero enseguida la saco de su ensimismamiento y la obligo a que sea ella la que me masturbe con el jersey así enrrollado en mi pene. Pero lo hace tan torpe y bruscamente que enseguida pierdo la paciencia y la cojo con violencia y la tumbo de nuevo sobre el maletero del coche porque estoy ciego de deseo y antes de que yo mismo me doy cuenta la empiezo a penetretar vehementemente, con violencia, con ganas, ella empieza a gritar, pero a mí me da igual, necesito penetrarla, yo soy el primero que no quería follarla porque no tenía preservativo pero en ese momento ya no podía aguantar y empecé a embestirla follándola brutalmente, con un deseo contenido no de de horas ni de días sino de años. Todo el deseo acumulado que llevaba desde que la conocí estaba saliendo ahora en esa follada salvaje tan bestial como placentera. Y no solo para mí, pues ella en cuanto pasó la embestida inicial dejó de gritar y empezó a jadear y gemir de placer.

Dios, como deseaba follarla, y como disfruté cada una de las veces que deslice mi inmenso pene dentro de ella. Cada vez más acelerado, cada vez más pasional, cada vez más animal y disfrutando como hasta ese momento brutalmente tanto física como psicológicamente. La pasión que volqué mientras me la follaba dudo mucho que en todo el resto de mi vida vuelva a tenerla porque fueron 15 minutos jadeando follándomela como si no hubiera un mañana intentando saciar ese deseo incontrolable. Y no cesaba pues cuando más me la follaba más ganas tenía. Fue tan brutal la follada que notaba a mi pene ardiendo y sobre todo mi cabeza palpitando a un ritmo exagerado a punto de estallar. Algo indescriptible. Pero quiero más, mucho más. Por lo que rudamente saco mi pene, la incorporo y la doy la vuelta, y la apoyo en el maletero quedándole el culo en pompa. Me fascina ver su culo y la susurro al oido: “te voy a follar por detrás, vas a sentirla toda dentro de ti”. E inmediatamente se la meto hasta el fondo.

Me la follo por detrás incluso con más violencia que antes, muy violentamente, saboreándolo, como compensando todos los años que la conozco y que deseaba follarla o tanto solo rozarla por lo que esto es una compensación brutal. Y me tiro otros 15 minutos follando así por detrás con una energía, fuerza y pasión que hasta yo mismo desconocía que tenía. Y cuando pensaba que ya estaba saciado del todo de repente se me ocurrió el broche final para este inolvidable día. Le ordeno:

“Coge toda tu ropa del suelo, y pontela toda de nuevo, toda, hasta el jersey y todo”.

Ella atolondrada por el gran festival de sexo desenfrenado que llevamos y que nunca antes había experimentado (aunque yo tampoco lo había hecho a ese nivel tan extremo, animal y visceral) empezó a recoger su ropa y a ponérsela lenta y torpemente de lo ensimismada que está por todo lo que ha ocurrido. En su mirada pude percatarme de que se sentía un poco aliviada al ponerse de nuevo toda la ropa pues pensaba que eso suponía que ya nos volvíamos para casa y que todo esto había ya terminado. Por lo que sumisamente se vistió de nuevo y volvió a estar tan arrebatadoramente guapa, pija y elegante así vestida. La observé unos segundos así vestida y nuevamente el efecto fetichista de verla tan pija como era siempre hizo que mi polla de nuevo se activase y se volviera a poner muy erecta y palpitanto. Por lo que la ordené:

“Muy bien, pues ahora así de pija te vas a arrodillar delante mía y te la vas a comer hasta que yo te diga, me la comerás con todo tu deseo.”.

Ella se quedó parada sin obedecer como si no me hubiera escuchado. Yo llevado por la pasión la di una fuerte bofetada y agarrándola por los cuellos de su camisa la obligo a arrodillarse y a que se meta la polla en su boca, lo cual lo hace torpemente pues está inmensa de grande y erecta. Esa torpeza y lentitud me enerva y la cojo la cabeza con las dos manos y hago que la meta en mi boca. Eso le da una fuerte arcada y la saco inmediatamente pero cuando creía que había acabado se la vuelvo a meter hasta llegar a su garganta moviendo su cabeza con ganas haciendo que entre y salga de su boca. Me encanta ver como esta pija malcriada, consentida y altiva me la chupa, y más aún estando tan pija vestida.

Yo cada vez la agarro con más fuerza la cabeza, la muevo compulsivamente que entre sin parar en su boca, me encanta hacerlo con ese toque de violencia y, sobre todo, a veces fetichistamente agarrro los cuellos de la camisa blanca que tanto me gusta y tiro de ellos para que se meta mi polla más adentro de su boca. Me tiro más de 10 minutos follándole la boca hasta que de repente noto que no puedo más y que me voy a correr y antes de darme cuento empiezo a correrme dentro de su boca pero tengo tantísimo semen acumulado que lo acabo sacando y lo vierto todo también por su precioso jersey azul oscuro, su minifalda y por los cuellos de su camisa blanca. Eso fetichistamente te ha vuelto loco de placer. Me encanta ver como chorrear el semen por su boca y cae sobre su jersey resbalando hasta llegar a su falda pero ni aún así mi pene se pone flácido, sigue erecto, por lo que agarro de nuevo su cabeza y le meto mi polla hasta los huevos, sacándola y metiéndola una y otra vez, forzando así incluso a que salga más semen por la comisuras de sus labios y manche el jersey con más semen.

No puedo evitar decirla:

“que sepas que a partir de ahora voy a hacer esto con toda la ropa que tienes en tu armario, con toda”

Y vuelvo a agarrarla con violencia para que no saque tu pene de mi boca hasta que mi pene ya no da más de sí y ya completamente flácido lo saco de su boca. La empujo y la dejo tirada en el suelo con toda su ropa pija manchada de muchísimo semen. Yo como si nada excepcional hubiera pasado me visto, me subo tranquilamente al coche y la digo:

“Bueno, ¿qué? ¿no quieres que te lleve a casa? porque yo ya me voy”.

Ella silenciosamente se monta en el copiloto y durante todo el trayecto los dos permanecemos completamente en silencio aunque por diferentes motivos. En ella no queda ni rastro de pija soberbia, engreída, altiva, desdeñosa y orgullosa de siempre. Haber perdido la virginidad de esa manera tan contundente la ha vuelto dócil, sumisa y como atontada. Y algo me dice que al menos conmigo ya siempre será así. Por lo que en cuanto la dejo en casa la digo con superioridad:

“Ya te llamaré para ver cuándo tendremos la próxima sesión de fotos”.

Y henchido de orgullo me alejo de allí con una sonrisa de felicidad absoluta y completamente exhausto por todo lo pasado pero muy esperanzado de todo lo que habrá ahora que pasar en el futuro junto a ella.

1 comentario:

Escribe tu comentario sobre este relato